Boceto de arcos en arquitectura - José Borobio

Durante sus años de estudio en la Escuela de Arquitectura de Madrid (1925-1931), el dibujo se convertiría en una herramienta indispensable para su formación y el acceso al ambiente de modernidad artística y cultural de los años veinte. Uno de sus profesores, Teodoro Anasagasti, organizaba con sus discípulos viajes de estudios para que éstos pudieran descubrir y dibujar del natural. De todos los dibujos de arquitectura popular realizados en estos viajes, nueve fueron publicados en la revista Anta cuyo director era Anasagasti (1930).

Estos dibujos a línea son ejecutados con un único gesto de la mano, sin levantar el lápiz del papel, dibujando un trazo uniforme, sin retoques ni correcciones posteriores. La soltura del trazado y la economía de líneas los convierten en imágenes simplificadas de la arquitectura, sencillas,  fácilmente comprensibles. Representan la cara más amable de la arquitectura popular.

Era capaz de captar la esencia de una vista con unos pocos trazos, al descartar todo aquello que consideraba innecesario para su identificación. En esta capacidad de síntesis reside la expresividad de sus dibujos.

A lo largo de su dilatada vida, la impronta de sus años de estudiante permaneció. Son más de trescientos dibujos y apuntes del mundo rural los que se conservan en el archivo familiar. Todos ellos comparten unas características comunes como son su preferencia por la asimetría en la composición, los puntos de vista laterales, o las perspectivas diagonales que aportan una mayor profundidad a la composición. Así como un espacio que no vemos, pero que intuimos. Con frecuencia plasma desniveles en las calles, o escaleras, y posa su mirada en la diferencia de alzada de las casas.

Lo insólito e inusual de los encuadres - dibujo José Borobio

La cara más amable de la arquitectura popular

Elección de puntos de vista laterales - dibujo José Borobio

Otro rasgo a destacar en sus dibujos es la ausencia de personas, a pesar de ser viviendas habitadas. Ello se pone de manifiesto por la presencia de pequeños detalles, como una maceta en una ventana, una puerta entreabierta o en otros casos la ropa tendida en un balcón.

Una característica de estas obras es que siempre están firmados y en la mayoría de los casos datados. Así nos encontramos con dibujos en los que nos llama la atención lo insólito e inusual de los encuadres.

En otros casos, el autor se decanta por la elección de puntos de vista laterales, con lo que obtiene una mayor profundidad la composición.