En 1923 José Borobio comenzó sus estudios de Arquitectura en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura en Madrid, que finalizó en 1931.
Tras la Primera Guerra Mundial, en Europa resurgió el arte y la arquitectura con epicentro en Alemania. Esta inquietud artística se hizo sentir sobre todo en Madrid, donde algunos de los profesores de la Escuela de Arquitectura como Bergamín o Teodoro Anasagasti fueron paladines de sus directrices.
Así, en 1925 se creó un grupo de jóvenes arquitectos con ideas renovadoras sobre la enseñanza de la arquitectura en el que participaron algunos profesores de José Borobio. Este grupo se denominó “Generación del 25” cuyo desideratum residía en la arquitectura racionalista. Fue un puente entre el tradicionalismo imperante en la arquitectura de principios de siglo y la vanguardia que venía de Europa de la mano del movimiento de la Bauhaus con Van de Velde, Gropius, entre otros y que, en Francia, estuvo encarnado por Le Corbusier.
Jóvenes arquitectos con ideas renovadoras
Esta atmósfera de modernidad que se respiraba en la Escuela influyó enormemente la forma de entender tanto la arquitectura como el dibujo de Borobio, al ponerse en contacto con las vanguardias de entonces.
De hecho, su interés por el dibujo le llevó a ser contratado por los profesores Teodoro Anasagasti, Rafael Bergamín y Aníbal Álvarez entre otros, para realizar las perspectivas de sus proyectos.
En estos años de frenética actividad intelectual, el profesor Anasagasti llevó a sus alumnos a conocer la arquitectura vernácula in situ, mediante excursiones realizadas a enclaves interesantes de nuestra geografía.
Otro profesor, Torres Balbás, acompañaba a los estudiantes en el estudio gráfico y directo de los monumentos existentes mediante el levantamiento de plantas, alzados y secciones.
Por su parte, José Borobio participó en las revistas de humor Buen Humor, Gutiérrez, el diario ABC, así como la revista agropecuaria Agricultura de 1929 a 1935.
Toda esa actividad extra no fue óbice para que realizara apuntes de su carrera académica, de forma modélica, en pequeñas libretas todas iguales y que son en muchos casos auténticas maravillas.
Plantas de edificios, bóvedas, alzados, cornisas, contrafuertes realizados a dos colores e impecables. Al término de la carrera le fue otorgado el Premio Aníbal Álvarez al mejor alumno del último curso de Proyectos.