El  belén o nacimiento es la representación moderna de un acontecimiento histórico: el nacimiento de Cristo en Belén.

Su origen fue en Italia, considerada la cuna de los nacimientos hacia finales del siglo XV, y el Rey Carlos III cuando llega a España procedente de Nápoles trae consigo esta costumbre.

En un principio fueron representaciones ligadas a la Corte (de ahí la denominación de “belén cortesano”) pero con el tiempo esta costumbre se popularizó, dando en llamarse “belén popular”.

En la década 1940 -1950 diversos arquitectos españoles diseñaron belenes generalmente de carácter familiar. Dentro de esta tendencia se enmarcan los tres belenes realizados por José Borobio para sus tres hijas. En estas décadas también destacó la costumbre de enviar en Navidad una postal de felicitación.

Los de José Borobio fueron belenes sencillos en cuya realización recurre a elementos naturales como el corcho, el cartón o ramas simulando árboles.

Dos de estas obras son belenes abiertos mostrando así diferentes puntos de vista de la representación. Fiel a su época, aplica aquí la idea cubista de mostrar diferentes puntos de vista de un mismo objeto. En ninguno de ellos se reproducen las circunstancias históricas del nacimiento de Cristo sino  que se encuadran en poblados modernos.

El primero de los belenes realizado en 1943 es  el más simple de los tres. Es una composición triangular en cuyo primer plano se coloca una gruta centrada que alberga la escena del nacimiento. Una estrella y un árbol completan el escenario cerrado por detrás por unas cumbres verdes.

El segundo belén está ambientado en una ciudad medieval. En un primer plano lateral se encuentra el portal, aprovechando una de las puertas de la ciudad amurallada que ocupa el segundo plano. La muralla permite así la separación de la gruta del resto del poblado haciendo que la vista se pose en lo esencial, convirtiendo el poblado en el marco que encuadra el Nacimiento.

Las casas, de formas geométricas, que conforman la ciudad ascienden hasta terminar en una iglesia y su torre; algo anacrónico que da lugar a la estructura triangular de la composición que se completa con una palmera y una estrella. El nacimiento en su conjunto es una pieza que otorga gran importancia a los elementos arquitectónicos. Al estar la gruta proyectada en diagonal y no frontalmente como cabría esperar, se consigue mayor profundidad de campo.

El tercer belén, a pesar de ser el de mayor tamaño, paradójicamente tiene como protagonista único, el portal. Su embocadura, cuasi semicircular, se une con una serie de vigas a otra arcada más profunda conformando el espacio del Misterio.

Las figuras se colocan en un punto de vista en diagonal lo que permite ver al fondo a la izquierda un paisaje formado por suaves colinas y un poblado. No faltan unos árboles y la estrella de los Magos.

Fue una costumbre muy extendida en los años cuarenta y cincuenta la de felicitar la Navidad mediante un dibujo  alusivo a las celebraciones navideñas.

José Borobio, siguiendo esta tradición, realizó múltiples composiciones en las que, como buen arquitecto, las construcciones arquitectónicas son una constante en su obra. Construcciones de todo tipo, desde un rascacielos a distintos poblados rurales e incluso ruinas clásicas. Como ya vimos en la realización de los belenes, son composiciones no ambientadas en la época del nacimiento de Jesús sino en los tiempos contemporáneos.

La gruta nunca se ubica en espacios centrales o sofisticados, sino más bien como un accidente en la puerta amurallada de una ciudad o en las arcadas de un puente y en la mayoría de sus dibujos el escenario se coloca de forma que la visión del espectador se encuentra en un ángulo del dibujo, lo que dota de perspectiva a la composición. Son un contraste entre modernidad y tradición, uno de los rasgos característicos del universo de José Borobio.